martes, 14 de agosto de 2007

Cambios radicales

Hace una semana, después de tratar de juntar a todos los ex compañeros de curso del colegio, se llevó a cabo una junta de la generación 2001 del 4to medio A del Colegio Cardenal Antonio Samoré. Es cierto que no asistieron todos, pero a pesar de ser menos de veinte, nos reímos bastante y lo pasamos muy bien.

Muchos fueron los recuerdos que afloraron de nuestras mentes, algunas personas se conservaban casi idénticas, mientras otras, como yo, un ejemplo evidente, habíamos cambiado completamente.

Para los que no me conocieron en esa época, que son la mayoría de los que visitan el blog, yo era, lo que hoy se considera una completa ñoña, como dice una amiga, aunque ella sigue creyendo que lo soy.

Para comenzar, mi apariencia era no era ni la sombra de lo que soy ahora. Vestía uniforme, como todas las demás, lo curioso era que mi falda llegaba un poco más abajo de la rodilla y mis calcetas terminaban donde mi falda lo hacía. La razón por la que me empeñaba en no mostrar las piernas, era porque no me preocupaba mucho la apariencia y no usaba químicos para alterar la presencia de notables hormonas masculinas. Es cierto que en invierno a veces no me depilo, pero mi excusa es que hace demasiado frío, que los vellos abrigan y que no mostraré mis piernas. Usaba el pelo debajo de la cintura, y por la gravedad, era completamente liso.

De mi figura no se sabía mucho, hasta que casi saliendo de clases, decidí ocupar una desteñida y ajustada polera de Pepsi dejando en claro, que a pesar de toda mi ñoñez, tenía, como dicen, buen cuero.

Después de entrar a la universidad, mi apariencia cambió completamente, decidí intervenir mi cuerpo ayudada de ciertos cosméticos femeninos, decidí ser un poco más generosa, mostrar mis piernas y demases atributos físicos, me corté el pelo y trato de vestirme no a la moda, pero con el tiempo he aprendido que la apariencia te lleva a muchas cosas, sean buenas o malas, hay que preocuparse un poco de tratar de estilizarla.

Mis hábitos de estudio se caracterizaban por no ser los mejores, pero eran bastante efectivos, ya que me hacían destacar un poco de algunos de mis compañeros. Confieso que uno de los motivos de poder entrar a la universidad fue mi promedio NEM.

En el colegio nunca destaqué por ser bonita, sino por mis calificaciones. A veces por ser mujer o no muy atractiva, era pasada a llevar y me tuve que valer por la fuerza. Todo esto me lleva a la siguiente duda: vale la pena a veces cambiar un poco tu apariencia para no pasar desapercibida?

1 comentarios:

Ibagian dijo...

Sí vale, eso demuestra una vez más lo opuestas que somos...
Yo cambio mi apariencia para tratar de pasar desapercibida